Siempre me gustó pintar pero empecé en 1998 cuando mi madre llevo a enmarcar un dibujo mío a la cera y a los dueños de la tienda se les ocurrió exponerlo en el escaparate, le comentaron a mi madre que me dijera que aprovechara la facilidad que tenía para dibujar y pintar; además, el cuadro gustó a casi todo el que pasó por delante del escaparate.
Saber eso me hizo entender que a la gente podía gustarle lo que yo hacía.
Por aquel entonces, para mí había un pintor que estaba por encima de todos, Elías Garralda, pero pronto me di cuenta de que me encantaban sus idílicos paisajes pero no su forma de entender la pintura y así empecé a crear los míos.
Así y porque tuve la suerte de hacer algún cursillo de pintura al aire libre con los pintores de Baztan, Joxe Mari Apezetxea y Tomás Sobrino quienes me ayudaron a liberarme en muchos sentidos, desde quitar la vergüenza para pintar en la calle, que es lo que realmente me gusta, hasta hacerme ver que no hay que pintar la realidad que vemos sino las sensaciones que sentimos al verlas.
Y es realmente lo que persigo y me satisface actualmente, con el añadido de la pérdida del detalle por la utilización de la espátula como técnica.
Mi próximo objetivo es “estar ahí”, no perder comba, que es lo que me ha pasado estos últimos años, que por diversos motivos había dejado de exponer.
A partir de ahora quiero exponer y mantener abierto siempre que pueda el pequeño local que está en la calle Jaime Urrutia 3 de Elizondo en Navarra
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